Las organizaciones desenfocadas seguramente demoren en percibir los peligros de su forma de proceder, quizás crean estar en el camino cierto, y, probablemente, no teman continuar con su proceder.
Debe ser, entonces, nuestro deber como profesionales el no caer en la simplicidad del juicio subjetivo a las personas en frente de las organizaciones. Será, más bien, nuestro desafío modificar el juego en el cual nos colocan de manera conciente o no.
A tal punto es interesante el cambio de perspectiva que vale la pena recordar una estrategia sencilla y no menor: crear un ejemplo, una experiencia alentadora para otros, un faro que por su contraste prevenga de las rocas.
Es decir, las empresas podrán tener fallas, puesto que se forman con hombres, pero las actitudes proactivas de sus miembros pueden construir y destruir aquello que se propongan.
Sin desmedro de lo anterior, no cabe duda alguna que será favorable a tal cometido un ámbito que incentive al cambio, o en caso contrario, el proceso podrá demorar mayor tiempo.
¿Qué podemos hacer entonces? Construir un círculo virtuoso con quienes comparten nuestra visión y tienen deseos de comprometerse con ella, incentivar a un diálogo constructivo despojado de intereses y reveer los proyectos a la luz de la visión y cultura de la empresa. Sabemos que propuestas inteligentes consiguen adeptos tanto o más inteligentes. Por lo tanto, ¡esforcémonos por cautivar!
Assinar:
Postar comentários (Atom)
Nenhum comentário:
Postar um comentário